5.01.2016

MAKING OF work in progress.



Os dejo este vídeo con el proceso de coloreado manual de una página del libro. Pertenece al capítulo que hace referencia al pueblo portugués de Monsanto. 

La técnica es lápiz 2b - 4b, Acuarela, Gouache y Acrílico sobre papel Canson Grano Fino de 300 grms.

Los vecinos de Monsanto (Portugal, frontera con Cáceres) podrían haber inventado aquello de “se me cae el mundo encima”. Literalmente, a este pequeño pueblo medieval parece habérsele caído las enormes piedras de la montaña sobre sus casas. Pero el hecho fue más curioso: un lugar poblado de grandes bloques donde construir un poblado.
Era un reto y el resultado fue tan estupendo como milagroso. Aquí puedes ver un techo aplastado por un gran bloque de piedra y tomarte un café como si fuera lo más natural del mundo. Siempre ha sido un lugar auténtico, empedrado y medieval, aunque desde 1938 lo es todavía más: un concurso la bautizó como “la aldea más portuguesa de Portugal” y así lo indica el gallo de plata que corona la Torre de Lucano (s. XIV)

Piedra sobre piedra

La villa se distribuye sobre el Cabeço de Monsanto, la ladera escarpada que la acoge. Desde la fortaleza, hoy derruida, se extiende inclinada la Aldea, con sus tejas rojas y sus paredes y calles de granito. Es una de las freguesías -feligresías- del término de Indaha-a-Nova, en el distrito de Castelo Branco.
Lo cierto es que las grandes piedras de Monsanto no son lo más tradicional de Portugal, sino exclusivo de este pueblo. Es la “aldea más portuguesa” porque conserva un tipismo informal en sus estrechas calles y singulares edificios. Es breve, pero concentrado.

Duro como la roca

La tenacidad de su construcción es el reflejo de su resistencia histórica. Frente a las hordas del Imperio Romano aguantó Monsanto durante 7 años en el s. II a.C. La hazaña es el origen de una celebración que todavía hoy se organiza: la de la Fiesta de las Cruces.
Tampoco quebraron su carácter las luchas contra el fortalecido Reino de León. Sin embargo, la fortaleza de Monsanto quedó destruida. En el s. XII el rey Alfonso Henriques donó la villa a la Orden de los Templarios, quienes reconstruyeron su pasado piedra sobre piedra.
Todavía tuvo Monsanto otra oportunidad de mostrar al mundo su tenacidad, pero esta vez no fueron las guerras. En el s. XIX estalló el almacén de municiones del castillo, que vuelve a destruirlo. Si solo tuviéramos este dato al llegar a la aldea, podríamos pensar que los grandes bloques sobre los tejados, o los que aprietan a las casas por ambos lados, son el resultado de la explosión.
Para terminar con las curiosidades del pueblo más curioso de Portugal: durante el mes de mayo se celebra la Feira Medieval de Monsanto. Acompañado por la estación primaveral, puede ser un buen momento para conocer el lugar y revivir sobre su escenario único su pasado más auténtico. Las piedras siempre han estado ahí.

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